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sábado, 9 de mayo de 2015

Reflexionando el otro 10 de mayo

En todo el mundo y por supuesto en México, se dedica un día especial para celebrar a una figura icónica... LA MADRE. Al ser la persona que gesta la vida se le ha proporcionado un papel preponderante en este tipo de celebraciones, eso sin mencionar que a lo largo de la historia de la humanidad es la que se ha encargado de que la especie sobreviva por sus cuidados. En México, se tiene un especial fervor a la figura materna, se le han edificado monumentos, es el símbolo gráfico de la institución de salud púbica (IMSS), es el referente coloquial de nuestra lengua para expresar nuestra molestia o denostación hacía alguien. En esa pasión desmedida se ha construido la imagen de lo que "debe ser por antonomasia" es la: "jefecita" esa mujer abnegada, dulce, sacrificada y que da la vida por sus hijos. Esa construcción es por demás realizada con parámetros fuera de la realidad que reproducen estereotipos arcaicos. La maternidad en México se paga caro, el indice de embarazos adolescentes no ha disminuido, por lo mismo muchas oportunidades de crecimiento escolar, laboral y personal se ven truncadas para miles de jovencitas. Es muy común la prueba de no gravidez para ser contratada en diversos empleos, el estar embarazada sigue siendo una causa de despedido. En México el permiso de maternidad no toma en cuenta a las madres de bebés prematuros, en muchos lugares de trabajo no hay lugares adecuados para poder extraer la leche, dar de amamantar, o un horario especial por amamantar. La mortalidad por causa de embarazo o parto sigue estando en primer lugar, ya sea por la falta de acompañamiento durante el embarazo o las malas praxis médicas. Son pocos los trabajos que ofrecen lugares como guarderías, hay penalizaciones económicas por tener hijos al ser común que una mujer con hijos gane menos que otra que no los tiene. Este 10 de mayo no olvidemos a las madres que están presas, en asilos psiquiátricos, de ancianos, hospitales, trabajando, a las madres solteras, las que han tenido que dejar a sus hijos para darles una mayor bienestar económico. Y, por supuesto abracemos con el alma a las madres que han perdidos a sus hijos o hijas en esta "guerra" contra el narcotráfico, las madres de las jóvenes del campo algodonero en Ciudad Juárez, esas mamás que no tienen noción de donde están sus hijos o hijas, una caricia para aquellas madres que buscan a sus hijas e hijos, para las que han perdido a su pedacito de carne. Porque ser madre no es un día de festejo y trescientos sesenta y cuatro de olvido, ni una devoción, ni sacrificios inhumanos, ni santidades, ni mucho menos solapar a delicuentes, violadores, seres malos. SER MADRE DEBE DE SER POR CONVICCIÓN Y TENER EL COMPROMISO DE ENTREGAR UN MEJOR SER HUMANO A ESTA TIERRA.