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jueves, 22 de diciembre de 2011

Salvador Novo Es la Estatua de Sal

La curiosidad convirtió a Edith esposa de Loth en estatua de sal, desobedeció el mandato divino al igual que lo hizo Salvador Novo, al expresarse y manifestarse de una manera diferente y retratar su niñez y juventud en su auto biografía llamada Estatua de sal.
Un libro que nos refleja de forma intima a un Salvador Novo. Fuera de prejuicios, de ser el popular entre la tropa, del circulo intelectual del México del siglo XX, una obra que nos muestra el plan de la misma al final y nos ofrece una mirada muy intima, sarcástica e irónica de su visión de la vida, el sexo y el amor. Ahora les comparto algunos sonetos que escribió para sus memorias.

II
Si yo tuviera tiempo, escribiría
mis memorias en libros minuciosos;
retratos de políticos famosos,
gente encumbrada, sabia de valía.

¡Un proust que vive en México! Y haría
por sus hojas pasar los deliciosos
y prohibidos idilios silenciosos
de un chofer, de un ladrón, de un policía.

Pero no puede ser, porque juiciosa-
mente pasa la doble vida mía
en su sitio poniendo cada cosa.

Que los sabios disponen de mi día,
y me aguarda en la noche clamorosa
la renovada sed de un policía.

X
Pienso,mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho -y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarío.

Miro la vida con mortal enojo;
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.

XIX
Dura visión aflige a los longevos
-cáscara inútil en desierto nido-:
ve que se apaga en ellos la libido
-urgencia y potestad de los mancebos.

Ambos endocrinaron como nuevos
-fabricantes del jugo apetecido-
si el derecho no hubiera desistido
(hablo -¡triste experiencia!-de mis huevos)

Dura ley: pero ley que nos caduca,
todo -decreta- por servir se extingue:
ayer si penetró, sólo hoy machuca.

Puesto que ya no hay potro que respingue
al consuelo falaz de una peluca
mi juventud se atenga- y yo me chingue.

Con cariño para mi ser y estar al que le leí un poema en una noche.

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