Muros

Quiero compartir con ustedes un fragmento del libro de Eduardo Galeano. Espejos una historia casi universal.

El muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche leíamos, veíamos, escuchábamos: El muro de la vergüenza, el muro de la infamia, la cortina de hierro...
Por fin, ese muro que merecía caer, cayó. Pero otros muros brotaron, y siguen brotando, en el mundo. Aunque son mucho más grandes que el de Berlín de ellos se habla poco o nada.
Poco se habla del muro que los Estados Unidos están alzando en la frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla.
Casi nada se habla del muro de Cisjordanía, que perpetúa la ocupación israelí en tierras palestinas y será quince veces más largo que el Muro de Berlín, y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que perpetúa el robo de la patria saharaui por el reino marroquí y mide sesenta veces más que el muro de Berlín.
¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?

Esos grandes muros que son la gran representación de como se mueve el ajedrez mundial, es la forma en que vemos como se mueven las piezas del mundo. Debemos de dejar de ser espectadores y derribar los comenzando con los muros propios.
Para mi, los muros que vemos tangibles, los que vemos realizados con concretos, ladrillos, sudor, historias, dolor, políticas y lágrimas son: la expresión de los otros muros que habitan en nosotros. Son los muros de soberbia, rencor, orgullos, envidia, agresión. ¿A cuantos alejamos por nuestro muros y cuantos nos alejan?